Los azúcares, nutricionalmente hablando, son hidratos de carbono simples, un componente natural de la fruta y la verdura (sacarosa, glucosa y fructosa), la miel (fructosa y glucosa), los productos lácteos (lactosa) y, en menor medida, de los cereales (maltosa). También están presentes en el azúcar común (glucosa y fructosa) y de manera añadida en refrescos, postres, mermeladas, golosinas o lo que es lo mismo, en todo tipo de dulces.
La
función de los azucares son aportar calorías a la dieta. Son de alto valor
energético, pero con valor nutritivo muy bajo, y ofrecen muy pocas vitaminas.
Las colorías aportan la energía necesaria para la realización de todas las
actividades cotidianas.
El
consumo excesivo de azúcares proveniente de dulces y alimentos procesados a
corto plazo puede contribuir a la aparición de caries, al acné, el aumento
de peso y al cansancio. A largo plazo, aumenta el riesgo de enfermedades
crónicas, como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas. Se recomienda
un consumo ocasional y moderado de dulces y, que la ingesta de
azúcares simples no sobrepase el 10% del total de nuestra energía diaria.
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