Los músculos del cuerpo nos permiten realizar los movimientos del día a día a la par que protegen los huesos. Pero con el paso de los años la masa muscular va perdiéndose.
La atrofia muscular es un trastorno en el que se produce el desgaste o la pérdida del tejido muscular; disminuye el tamaño del músculo y provocando que éste vaya perdiendo fuerza.
Existen tres tipos de atrofia muscular:
- Fisiológica. La atrofia fisiológica es causada por no usar los músculos lo suficiente. Este tipo de atrofia a menudo se puede revertir con ejercicio y una mejor nutrición. Las personas más afectadas son aquellas que tienen trabajos que requieren que estén sentados, problemas de salud que limitan el movimiento, o disminución en los niveles de actividad
- Patológica. Puede ser causada por envejecimiento, inanición y enfermedades, tales como el síndrome de Cushing (debido al uso elevado de medicamentos llamados corticosteroides).
- Neurogénica. Es el tipo más grave de atrofia muscular. Puede deberse a una lesión, o una enfermedad, en los nervios que se conectan a los músculos. Este tipo de atrofia muscular tiende a suceder más repentinamente que la atrofia por desuso. Algunas enfermedades que afectan los nervios que controlan los músculos son, Esclerosis lateral amiotrófica (ELA o enfermedad de Lou Gehrig), daño a un solo nervio, como el síndrome del túnel carpiano, Síndrome de Guillian-Barré, daño a los nervios causado por una lesión, diabetes, toxinas o alcohol, poliomielitis, lesión de médula espinal.
Tratamiento nutricional
Es indispensable cuidar los músculos con ejercicio, pero también con una dieta sana.
Nutrientes a procurar
Leucina, valina e isoleucina. Conforma los llamados aminoácidos ramificados, estos componen casi la tercera parte de los músculos esqueléticos y promover la síntesis de las proteínas, ayudando al aumento de masa muscular y reduce la degradación del tejido muscular, previniendo la atrofia muscular. Fuentes: carnes, pollo, huevo, lácteos, pescado, leguminosas, frutos secos, semillas y cereales, como el arroz, el trigo, la cebada o la avena, alga espirulina
Vitamina E. Actúa como antioxidante, favorecer la reparación de los tejidos. La deficiencia de vitamina E puede causar daños a los nervios y los músculos con pérdida de sensibilidad en los brazos y las piernas, pérdida de control del movimiento corporal y debilidad muscular. Fuente: aceites vegetales, frutos secos y semillas, vegetales de hoja verde, yema de huevo y generalmente los cereales para el desayuno, jugos de frutas y margarinas son enriquecidos con esta vitamina.
Silicio. interviene en la creación de colágeno y elastina, constituyentes esenciales del tejido conectivo que sostiene y protege diferentes estructuras del cuerpo. Por tanto, es un elemento clave para regenerar el tejido muscular. Fuentes: avena, arroz integral, cebada, alfalfa, salvado de cereales como la avena, la cebada, el maíz y el trigo, pepino, espinacas, lechuga, cilantro, alcachofa, espárrago, perejil, tomate, chile, rábano, betabel, piña, mango, plátano, naranja, manzana, pasas, mandarinas, frutos secos, semillas de girasol y algas.
Magnesio. Incrementa la síntesis de proteínas, lo que favorece la recuperación e incluso el desarrollo muscular. Fuentes: semillas enteras, frutos secos, vegetales y en menor medida en la leche, pescado y carnes.
Potasio. Un elemento esencial para cuidar los impulsos nerviosos de los músculos. Fuentes: carnes, vísceras, lácteos, quínoa, cítricos, plátano, durazno, aguacate, perejil, espinacas, repollo, papa, cardo, chirimoya, acelgas.
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