Un espasmo o calambre muscular es un movimiento y contracción repentino e involuntario en uno o más músculos y no se relaja de inmediato, provocando malestar y dolor.
Los espasmos musculares ocurren en momentos en los cuales no se está practicando ningún tipo de actividad física, mientras que los calambres son el producto de la práctica de actividades físicas de duración constante.
Estos se pueden presentar en cualquier músculo del cuerpo, pero a menudo se producen en una pierna.
Existen muchas posibles causas de los espasmos musculares, pero la mayoría están asociados a actividad física, otros pueden estar relacionados con enfermedades o trastornos.
Según estudios la mayoría de los calambres son ocasionados por desequilibrio en la cantidad de líquidos y electrolitos en el cuerpo. Cuando el cuerpo pierde una cantidad considerable de agua y sales minerales, por medio de la sudoración, el proceso de comunicación con los músculos a través del impulso eléctrico se ve afectado por la disminución de electrolitos.
La falta de estiramientos, aumentan las posibilidades de sufrir calambres. Se recomienda que, antes de entrenar, realizar un calentamiento previo para que el cuerpo se prepare para la actividad física, y al finalizar realizar un buen estiramiento.
Tratamiento nutricional
Lo más importante es una buena hidratación, beber al menos 2 litros de agua al día Es importante mantener un consumo abundante de verduras y frutas frescas para un aporte suficiente de vitaminas y minerales . Si esto no es posible, probar otras alternativas como la ingesta de electrolitos en polvo, bebidas deportivas o sueros. Siempre será más recomendable los alimentos naturales antes que los artificiales, así que no abusar de bebidas deportivas. Además se desaconseja la ingesta de café,té, refrescos de cola y otras bebidas estimulantes, por el efecto diurético que poseen gracias a la cafeína además de su efecto estimulante.
Nutrientes a procurar:
Potasio. Interviene en la repolarización del impulso muscular necesario para la relajación del músculo. Fuentes: carnes, vísceras, lácteos, quínoa, cítricos, plátano, durazno, aguacate, perejil, espinacas, repollo, papa, cardo, chirimoya, acelgas.
Calcio. Evita que los músculos queden contraídos gracias a que se intercambia con moléculas de sodio en la membrana celular. Fuentes: tortilla de maíz, charales, sardinas, leche y derivados, berro, brócoli, higos, epazote, hoja de chaya, verdolaga, almendra, leguminosas, ajonjolí, algas, especias como albahaca, orégano, canela, laurel.
Magnesio. Puede ayudar a los músculos a relajarse y también a disminuir la inflamación, así evitar la contracción sostenida. Fuente: pescados, mariscos, habas, frijoles, maíz, avena, salvado de trigo, quínoa, semillas, frutos secos, aguacate.
Sodio. Disminuye la eliminación de líquidos a través del riñón y así retenemos mejor los electrolitos. Fuentes: la forma más común es la sal de mesa, también se presenta de manera natural en la mayoría de los alimentos y se añade a muchos productos alimenticios. Un exceso de sodio a largo plazo puede llevar a padecer hipertensión, acumulación grave de líquido, por lo que nunca se debe de abusar de su consumo.
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