Los alimentos transgénicos son
aquellos cuya composición genética se altera para producir una nueva planta o animal
con mejores características, como mayor resistencia al producirse o contenido
nutricional mejorado. La ingeniería genética se puede realizar con plantas o
bacterias y otros microorganismos muy pequeños. La ingeniería genética permite
pasar el gen deseado de una planta o animal a otro. Los genes también pueden
pasarse de un animal a una planta, y viceversa.
Se cree que los alimentos transgénicos
son más nutritivos y apetitosos. Además de que las plantas se hacen resistentes
a la sequía y a las enfermedades, requiriendo menos agua, fertilizante y pesticidas.
El crecimiento en plantas y animales es más rápido, aumentando el suministro de
alimentos a un costo reducido y con una mayor vida útil, ayudando a combatir el
hambre y la malnutrición.
Existe una gran controversia
con estos tipos de alimentos ya que no se han resuelto los efectos en la salud
y al ambiente a largo plazo. La mayor
preocupación es si puede ser dañino para el consumo humano, pudiendo causar una
reacción alérgica o tóxica, o generen cambios genéticos inesperados y dañinos,
e incluso que esos alimentos sean menos nutritivos.
Los principales cultivos
transgénicos son el algodón, el maíz y la soja, pero también se realiza
ingeniería genética en manzanas, papayas, papas, calabazas, calabacín, leche,
remolacha azucarera, tomate, alfalfa.
La mayor parte de estos
alimentos se utiliza para hacer ingredientes para otros alimentos, como el
jarabe de maíz utilizado como edulcorante en muchos alimentos y bebidas; almidón
de maíz utilizado en sopas y salsas; aceites de soja, maíz y canola usados en
productos para refrigerios, pan, aderezos para ensalada y mayonesa; y como alimento
para ganado.
Actualmente, alrededor del 95%
de los alimentos transgénicos producidos en el mundo provienen de cinco
países: Argentina, Brasil, EEUU, Canadá y China.
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