La conservación de los
alimentos es un conjunto de procedimientos para mantener la calidad de los alimentos y
darles más vida útil, permitiendo conservar las propiedades del gusto,
su contenido nutricional y su comestibilidad, para la prevención de
las eventuales intoxicaciones alimentarias, estos se pueden conservar por el
frío, el calor, químicos conservantes, o combinaciones de estos métodos.
La composición física y
química de la los alimentos ayuda a determinar el tipo de proceso que se
requiere para su conservación. Los dos factores de composición química
más importantes que afectan la forma en que se conserva un alimento son el
contenido del agua y la acidez.
El contenido de agua incluye
el nivel de humedad, pero más importante es la medición de la actividad del
agua que se refiere a la energía del agua en la comida, que afecta o no
si las reacciones químicas se producen y/o si los microorganismos
crecen. Los alimentos con actividad de agua inferior son menos
propensos al deterioro por microorganismos y en ellos se producen menos cambios
químicos no deseados durante almacenamiento.
La acidez se refiere al ph,
el cual se mide en escala de 0-14. Los productos con un nivel bajo de ph son ácidos
y los que tienen un ph alto son alcalinos.
Tipos
de conservación
Conservación por frío
Refrigeración. Existe
un descenso de temperatura de 4 a 8 º C, lo que reduce la velocidad de las reacciones químicas y la
proliferación de los microorganismos.
Congelación. La
temperatura que se aplica es inferior a 0ºC, provocando que parte del agua del
alimento se convierta en hielo. Es importante efectuar la congelación en el
menor tiempo y a una temperatura muy baja, para que la calidad del producto no
se vea afectada. La temperatura óptima es de –18ºC o inferior.
Ultracongelación. Consiste
en descender la temperatura del alimento mediante diferentes procesos como aire
frío, placas o inmersión en líquidos a muy baja temperatura, etc.
La congelación funciona al
inhibir el crecimiento de microorganismos, sin embargo la mayoría de los
microorganismos se mantienen vivos cundo
se congelan, por lo que los alimentos deben manejarse de forma segura antes de
congelarlos y una vez descongelados.
La congelación y la
ultracongelación son los métodos de conservación que menos alteraciones
provocan en el alimento. La calidad de los varía dependiendo de cómo se
preparan para ser congelados. Los alimentos congelados correctamente mantienen
más de su color original, sabor y textura
y no existe casi ninguna pérdida de minerales o vitaminas en carnes,
pescado o cerdo congelados porque las vitaminas A y D y los minerales no se ven
afectados por el congelamiento.
Las comidas se pueden
mantener en el congelador de forma sana por 3 o 12 meses sin perder
calidad.
Conservación por calor
Escaldar
o blanquear. Consiste en un paso previo a la congelación
de algunos vegetales para mejorar su conservación. Las verduras, una vez
limpias, se sumergen en agua hirviendo; posteriormente se envasan en bolsas de
congelación, al vacío e indicando la fecha de congelación inicial. El
consumidor, de esta forma, puede calcular el tiempo de conservación del
alimento.
Pasteurización. Consiste
en la aplicación de calor durante un tiempo determinado (que variará en función
del alimento) a temperaturas de entre 65
y 100 °C y a enfriarlos brutalmente. Así se inactivan los
gérmenes capaces de producir enfermedad. Lo que no se inactiva son sus esporas.
No hay pérdida de nutrientes en este método de conservación. La pasteurización es mayormente utilizada
para la leche, la cerveza, zumos, las semi-conservas,
Ultrapasteurización o uperización. Consiste en exponer el alimento durante un corto plazo (de 5 a 8 segundos) a
una temperatura de entre 150 y
200 °C y seguido de un rápido enfriamiento, no superior a 40 °C,
cambiando su sabor y sus propiedades nutricionales en mayor o menor
medida, dependiendo del alimento. A diferencia de
la pasteurización tradicional, en la ultrapasteurización se aplica
más calor aunque durante un tiempo menor al alimento. Utilizado más comúnmente es la leche, pero el proceso también puede ser
aplicado a zumos de frutas,
cremas, sopas y guisos.
Esterilización. Este
proceso sí elimina los gérmenes y las esporas. Se aplica al alimento
temperaturas que rondan los 115 ºC. Los alimentos en este proceso se ven
afectados en sus características organolépticas y en la pérdida de nutrientes
como vitaminas hidrosolubles (grupo B y vitamina C) dependiendo de la duración
del calor sometido al alimento.
Métodos
químicos
Salazón. Se
basa en la adición de sal más o menos abundante, de tal forma que la sal capta
el agua provocando la deshidratación del alimento. Se evita de esta manera la
proliferación de microorganismos. Existe la posibilidad de
salar frutas y vegetales, aunque lo frecuente es aplicar el
método en alimentos tales como carnes o pescados.
Ahumado.
Consiste en someter alimentos a una fuente
de humo proveniente de fuegos realizados
de maderas de poco nivel de resina. Existen dos tipos de
ahumados: en frío y en caliente. En frío, el proceso dura aproximadamente
de 24 a 48 horas (dependiendo del alimento) y no debe superar los 30 °C;
en caliente, el proceso dura de 24 a 48 horas, la temperatura debe ser
mayor a los 60 °C y no superar los 75 °C. Se recomienda realizar
primero el ahumado en frío y, luego, en caliente. Método mayormente utilizado
en carnes y pescados.
Acidificación. Es
un método basado en la reducción del Ph del alimento que impide el desarrollo
de microorganismos. Se lleva a cabo
añadiendo al alimento sustancias acidas como el vinagre; consiste en colocar a
los alimentos en una solución acida.
Escabechado. Es
un conjunto de sal y vinagre, aportando un sabor característico y una adecuada
conservación. El vinagre aporta su acción conservante gracias al ácido acético,
y la sal deshidrata el alimento.
Adición
de azúcar. Cuando se lleva a cabo a elevadas concentraciones
favorece la protección de los alimentos contra la proliferación de los
microorganismos. En las conservas con
azúcar, si se realizan bien, los microorganismos no se reproducen o lo hacen a
una velocidad muy baja. Entre otros motivos, esto sucede porque el azúcar
retiene agua y se dificulta la supervivencia de los microbios. Su uso más frecuente pasa por actuar
como conservante de frutas, ya sea en la elaboración de frutas en almíbar,
tales como manzanas, peras, melocotones, albaricoques o ciruelas, o en la
elaboración de mermeladas, compotas, leches condensadas.
Otros métodos de
conservación de alimentos
Deshidratación. Todo
proceso que implique la pérdida de agua. Los alimentos deshidratados tienen una
vida útil más larga, porque la eliminación de la humedad reduce la actividad
del agua por debajo de 0,50 para que los organismos que descomponen los
alimentos no puedan crecer. Las frutas y hortalizas se pueden deshidratar
y vender o utilizar en otros productos que tienen
un largo tiempo de conservación, como los cereales y barras de
granola. La deshidratación tradicional de alimentos utiliza el calor, el aire,
y el tiempo en varios procesos que permiten la eliminación de humedad a un
nivel deseado. Una de las
ventajas es que la comida deshidratada ocupa mucho menos espacio que la
comida enlatada o congelada.
Los productos se deben
deshidratar tan pronto como sean cosechados. Deben secarse rápido pero no tan
rápido que el exterior se ponga duro antes de que la humedad de adentro tenga
oportunidad de evaporarse y la temperatura del debe ser alta para que la humedad se evapore
la temperatura pero no tanto como para que cocine la comida.
Liofilización. Se
basa en una desecación en donde se produce el paso de sólido a gas sin pasar
por la fase líquida. Consiste en eliminar el agua de un alimento congelado
aplicando sistemas de vacío. Lo que ocurre es que el hielo al vacío y a baja
temperatura (inferior a –30 ºC), pasa del estado sólido al gas, sin pasar por
el estado líquido. Es el proceso donde el valor nutricional del alimento apenas
se ve afectado. Tiene un elevado coste, por lo que se suele aplicar sólo al
café o descafeinado solubles y en productos como leches infantiles.
Desecación. Se
aplica una extracción de humedad que contiene el alimento en condiciones
ambientales naturales, mediante
el sol y el viento para evitar su deterioro ha sido practicado desde
la antigüedad. El agua suele eliminarse por evaporación (secado al
aire, al sol, ahumado o al viento).
Irradiación. Es
un tratamiento que puede darse a ciertos alimentos
mediante radiaciones ionizantes, generalmente electrones de alta
energía u ondas electromagnéticas producidas por
elementos radiactivos (radiación X o gamma). El
proceso involucra exponer los alimentos a cantidades controladas de esa
radiación radioactiva. Suele utilizarse el proceso para prevenir la
reproducción de los microorganismos como las bacterias u hongos que
causan el deterioro de los alimentos, cambiando su estructura molecular y
evitando su proliferación o algunas enfermedades producidas por bacterias
patógenas. También puede reducir la velocidad de maduración o el rebrote de
ciertas frutas y verduras modificando o alterando los procesos fisiológicos de
sus tejidos sin grandes alteraciones en sus propiedades organolépticas o
físicas, no obstante puede provocar la pérdida de nutrientes y degradación el ADN de los mismos.
Envasado
al vacío. Este método de envasado consiste en
retirar el aire del interior de un envoltorio con el objetivo de extender
el periodo de caducidad de un alimento. Además el alimento,
posteriormente, puede ser refrigerado o congelado.
Fermentación. Esta
actividad de fermentación permite que los alimentos modifiquen
su sabor al mismo tiempo que aumentar su vida útil,
los alimentos fermentados son aquellos cuyo procesamiento involucra
el crecimiento y actividad de microorganismos como mohos, bacterias o levaduras.
Utilizado en las bebidas alcoholizadas, el yogur,
el queso así como para las berenjenas.
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